Las decisiones no se van, permanecen en un estado de la memoria en que aunque parece que todo está inerte, siempre tiene repercusión en lo inconsciente dentro de lo consciente. Decidir a veces se torna difícil y nos llenamos de miedos al querer salir airosos de cada momento que vivimos, pero estos no dependen propiamente de las decisiones, sino de decidir.
Los caminos son determinados no por las decisiones, sino por quien las decide. Nadie puede saber que decide hasta que ve el resultado, pero esto no quiere decir que no tengamos una disposición a entender las decisiones antes de decididas y los resultados antes de palparlos.
Las cosas se tornan grises cuando las decisiones son indecisas, el miedo se apodera de la conciencia cuando las decisiones son titubeantes, pero en realidad Las decisiones que tomamos en la vida tienen dos caminos, el fracaso o el triunfo y en gran parte dependen de como las queramos ver.
