2009-05-25

SANGRAR NO DUELE, REFRESCA


He visto sangrar mucho, como si se tratara de agua o del más corriente aceite. A veces el dolor se te cuela por los poros y te hace previsible, inseguro, intransigente. Las lagrimas de sangre duelen más cuando no se respiran, cuando se ahoga cada parte de tu ser y se retiene tanta impulsividad y depresión.

A veces sangra más de lo que llueve, las gotas de lluvia siempre se tornan rojas, el cielo se vuelve negro y las fuerzas para seguir escasas. No duele tanto sangrar como sentir que nadie respalda tus lágrimas, tu sangre; es como sentirse vacío.

¿Te has sentido en el lugar equivocado?; en la cima de la nada, que no perteneces a ningún lugar, que tu cuerpo no se amolda a la aspereza existencial de quienes nunca han tenido el tacto para ser seres humanos. De ahí, es que sangras y que te conviertes en el elemento inerte que no siente nada, la piedra, el pedazo de oscuridad que todos crean sobre ti.

Tanto pasas, tanto sangra que te vuelves inerte al dolor, la sangre se convierte en la cotidianidad, en un elemento más de tu vida y es cuando vuelves redescubrir que a veces sangrar también te ayuda a poner los pies en la tierra, entre más sangras más aprendes. Entonces es cuando aprendes que a veces sangrar no arde, no duele; entonces es cuando aprendes que no importa cuanto sangres, siempre hay sangre por secar, entonces es cuando realizas que a veces sangrar no duele, refresca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te amo!